Introducción
El panorama del derecho concursal en México está evolucionando. La Ley de Concursos Mercantiles (LCM), tras su última gran reforma en 2014, ha comenzado a mostrar tanto sus aciertos como sus áreas de oportunidad. Hoy, ante la posibilidad de nuevas reformas y a la luz de casi una década de aplicación, es imperativo analizar las nuevas perspectivas que se vislumbran y los retos específicos que han surgido de la ley reformada. Este análisis se aleja de la crítica general al sistema judicial para adentrarse en los desafíos intrínsecos de la norma y su interacción con un entorno económico moderno.
1. Nueva Perspectiva: El Enfoque en la Recuperación Empresarial
La reforma consolidó un cambio de paradigma fundamental: dejar de ver el concurso como un mero preámbulo a la liquidación y convertirlo en un mecanismo proactivo de rescate. Bajo esta nueva perspectiva, la fase de conciliación gana un protagonismo crucial. El «periodo de exclusividad» que tiene el deudor para presentar su plan de reestructura es una herramienta poderosa, pero también genera nuevos retos. El principal es la calidad de los planes presentados. Muchas empresas, carentes de asesoría especializada, presentan planes inviables que solo postergan lo inevitable, desgastando la confianza de los acreedores. Surge así la necesidad de fomentar la figura del asesor de reestructura, un profesional que, de manera previa o durante el concurso, ayude a diagnosticar y diseñar una reestructura realista.
2. El Reto de los Acreedores No Tradicionales y los Fondos de Inversión
Una perspectiva novedosa es el auge de los fondos de inversión especializados en deuda distress. Estos actores adquieren deudas de empresas en quiebra a un precio descontado y luego ingresan al concurso como acreedores. Su objetivo no es necesariamente la reestructura, sino obtener el control de la empresa o de sus activos más valiosos a través del proceso. Esto presenta un reto doble:
- Para el Concursado: Debe lidiar con un acreedor sofisticado y agresivo, cuyos intereses pueden no alinearse con la supervivencia de la operación del negocio, sino con su desmembramiento.
- Para el Síndico y el Juez: Deben asegurarse de que las estrategias de estos fondos no vulneren los derechos de los demás acreedores (especialmente los trabajadores y los pequeños proveedores) y que se conduzcan dentro del marco legal, evitando prácticas dilatorias o de acoso procesal.
La LCM reformada debe desarrollar mecanismos más robustos para regular la cesión de créditos durante el concurso y garantizar la transparencia en la titularidad final de los mismos.
3. El Elefante en la Habitación: Los Créditos Fiscales y el SAT
Este es, quizás, el reto más persistente y que la reforma de 2014 no logró resolver del todo. Si bien se estableció un mecanismo para que el SAT pudiera ser un acreedor más, en la práctica su participación sigue siendo un obstáculo formidable. Los retos específicos son:
- Lentitud en el Reconocimiento: El procedimiento interno del SAT para reconocer y cuantificar su crédito es a menudo lento, lo que retrasa la integración definitiva de la masa de acreedores y la votación del plan de reestructura.
- Frecuente Impugnación: El SAT tiene los recursos y la obligación legal de impugnar casi cualquier aspecto del concurso que considere lesivo para el fisco, lo que se traduce en una judicialización automática y prolongada del proceso.
- Falta de Flexibilidad: Mientras que un acreedor bancario o comercial puede aceptar quitas o esperas en aras de salvar una relación de negocio futura, la autoridad fiscal tiene limitaciones legales para ser tan flexible, lo que puede hacer inviable cualquier plan de reestructura donde su crédito sea significativo.
Una nueva reforma debería contemplar la creación de una unidad especializada dentro del SAT para atender concursos mercantiles, con facultades para negociar de manera más ágil y flexible, o incluso establecer reglas de prelación diferentes que incentiven la reestructura sobre la liquidación.
4. La Digitalización como Nueva Frontera
Una perspectiva esperanzadora es la digitalización total del proceso. La pandemia aceleró la adopción de notificaciones electrónicas y juntas a distancia, pero el potencial es mayor. Un reto futuro es la implementación de una plataforma única nacional para concursos mercantiles donde se publiquen edictos, se presenten solicitudes, se lleve el registro de acreedores, se vote electrónicamente los planes y se consulte el estatus del procedimiento. Esto no solo agilizaría el proceso de manera exponencial, sino que también lo haría más transparente y accesible para todos los intervinientes, especialmente para los pequeños acreedores que a menudo carecen de recursos para seguir un juicio complejo.
Conclusión
El concurso mercantil en México se encuentra en una etapa de maduración. Las nuevas perspectivas apuntan hacia un sistema más dinámico, donde la reestructura es el centro, pero surgen nuevos actores y desafíos. Los retos derivados de la última reforma ya no son solo de implementación judicial, sino de adaptación a una realidad financiera globalizada y compleja. Cualquier futura reforma a la LCM deberá abordar de frente la problemática de los créditos fiscales, regular la participación de los fondos de inversión, promover la asesoría especializada y apostar decididamente por la transformación digital. Solo así podrá cumplir plenamente su mandato: ser el instrumento eficaz que permita a las empresas mexicanas en crisis tener una segunda oportunidad.